Pese a la situación geopolítica y religiosa, y la constante búsqueda morbosa de videosque prometen la salvación física, o que aprovechan las desgracias ajenas para lucrarse, nosotros queremos imitar a aquel niño, Santo Domingo Savio, el cual, encontrándose jugando en el patio del oratorio, y al ser preguntado por
San Juan Bosco sobre qué haría si en este momento llegara el fin del mundo, él respondió sin dudarlo, que Seguiría jugando. Y se marchó a jugar.

En el video de hoy hablaremos de un héroe del cristianismo que vivió durante
los últimos an̈os del Japón medieval.
Con 17 años Amakusa shiro demostró ser un gran Guerrero que con una gran
fe en Dios se sintió llamado a defender a los cristianos perseguidos en Japón y
a su corta edad encabezó un levantamiento dirigiendo a 37.000 cristianos que
se rebelaron en contra del régimen despótico que los gobernaba, en la llamada
Rebelión de Shimabara entre 1637 y 1638.
El heroísmo del muchacho contra el tiránico shogun se ha llegado a comparar
con el de Santa Juana de Arco. Luchó hasta el final en defensa de la fe
liderando la resistencia católica hasta dar su vida por Cristo.
El daimyō o señor feudal, Matsukura Shigemasa, siguiendo las políticas
del shogun, que había prohibido el cristianismo en 1614, ejerció una fuerte
represión sobre los cristianos, con fuertes persecuciones y ejecuciones en
masa.
Para asumir los costes de construcción de su castillo, Matsukura aumentó
considerablemente la recaudación de impuestos sobre los granjeros de la zona,
cristianos en su mayoría. Además, con el aislamiento de Japón y la prohibición
de todo comercio exterior, la región, cuya economía había dependido mucho
del comercio exterior hasta entonces, tuvo que cambiar su estrategia
financiera.
Para identificar a los cristianos, se reunía a la gente del pueblo y se les
obligaba a pisotear una imagen de Jesús o de la Virgen María para probar que
no eran cristianos. A continuación, se les obligaba a convertirse en fieles de un
templo budista y a grabar su escuela budista y denominación en un registro
oficial. Los antiguos cristianos que abandonaron su fe se llamaron ruizoku y se
les vigilaba durante cinco y hasta siete generaciones.

A pesar de la prohibición y falta de misioneros o iglesias, muchos continuaron
practicando el cristianismo en secreto.
En 1627 comenzó la llamada tortura del infierno del volcán Unzen, donde los
cristianos arrestados en Shimabara y Nagasaki eran torturados con las aguas
del hervidero del volcán y se les presionaba para que abandonasen la fe. Los
que se negaban a renunciar a su fe eran empujados sin piedad a las aguas en
ebullición del volcán, muriendo por su fe.

La evangelización de Japón está muy ligada a un santo español, el jesuita San
Francisco Javier, patrono de las misiones y conocido por su heroísmo
apostólico en toda la Iglesia Universal, quien con otros dos compañeros
españoles, Cosme de Torres y Juan Fernández, más algunos padres
portugueses llegaron a kagoshima en el sur de Japón el 15 de agosto, día de la
Asunción, de 1549. Japón vivía entonces lo que en su historia se conoce como
la guerra entre los estados, un periodo entre 1467 y 1590 aproximadamente en
el que los distintos señores de la guerra luchaban por el poder. Japón era
entonces una especie de sacro imperio a la asiática, es decir, su unidad era
solo teórica, estaba fraccionado en torno a estados que luchaban entre sí con
un emperador solamente simbólico. Sólo a partir de 1590 se considera que
Japón pasa a estar básicamente unificado.
Entre 1587 y 1617 se estima que casi 6000 cristianos japoneses fueron
asesinados y crucificados. Muchos de ellos fueron quemados vivos; entre ellos
numerosas mujeres y niños. La lista de mártires es larga y daría para hacer
otro video, entre ellos están los 26 mártires de Japón, un grupo de cristianos
ejecutados mediante crucifixión el 5 de febrero del año 1597 en Nagasaki. Los
mártires agustinos, un grupo de misioneros que derramaron su sangre por
Cristo en medio de atroces tormentos entre 1617 y 1637.
En 1622 se produce lo que se conoce como el gran martirio de Nagasaki,
ciudad que siempre será considerada como la capital cristiana de Japón. No
fue casualidad que bajo el presidente Truman, masón de alto grado, fuera
arrasada Nagasaki por una bomba atómica diseñada y pensada en su mayoría,
por científicos de origen europeo e influencias talmúdicas, cuando ya no tenía
sentido utilizarla, pues los alemanes ya habían sido derrotados y sus aliados
japoneses estaban sitiados y casi derrotados.

A finales de 1637 una rebelión de inequívoco espíritu cristiano liderada por la
figura heroica de amakusa shiro luchará contra el Imperio tiránico pagano

gobernado y consolidado por los dirigentes del shogunato tokugawa, clan que
gobernará el país del sol naciente hasta 1868.

Muchos años antes de que ocurriera la rebelión de Shimabara en el país
nipón, hubo un jesuita, uno de los monjes que acompañó a San Francisco
Javier, que hizo una profecía sobre el advenimiento de un futuro héroe cristiano
que surgiría en Japón. Decía así:

“ cuando hayan pasado cinco lustros florecerán los árboles secos, flotarán en el
cielo de poniente nubes de sangre y aparecerá un niño investido de poder
divino que traerá consigo el Renacer de la cristiandad japonesa”

La profecía se propagó rápidamente entre los cristianos japoneses, y en 1637,
dos años antes de que se cumpliese el plazo establecido por ella, las lluvias
comenzaron a escasear con mayor frecuencia y se produjeron fenómenos
anómalos como la aparición de nubes ensangrentadas durante el crepúsculo y
la anormal floración de los cerezos. A finales del otoño de ese año, todos estos
fenómenos y la aparición de la figura mesiánica de un joven, Shiro de
Amakusa, que tiempo atrás había sido identificado como el cuarto hijo del cielo
y el niño divino de la profecía, quien afirmaba haber tenido una revelación del
propio Jesucristo, afectaron significativamente en el ánimo de la población,
que poco después tomaría la decisión de alzarse contra los abusos de sus
gobernantes en la Península de Shimabara.

En 1637, tras haberse acumulado una injusticia tras otra, la muerte con
ensañamiento de la hija de un campesino que no había pagado sus deudas al
gobierno, fue la gota que colmó el vaso, e hizo que los campesinos se
levantaran en armas. La rebelión, fue de indudable espíritu cristiano, pues las
crónicas de la época cuentan como los sublevados lucían orgullosos los
estandartes con lemas cristianos y como comenzaban cada jornada
poniéndose en manos de Dios.
Todos los habitantes de los pueblos del extremo sur de la península de
Shimabara se unieron a la revuelta, lo que supuso un 60 % de la población de
la región. También hubo revueltas en las islas de Amakusa, por lo que los
rebeldes de ambos lugares decidieron unir fuerzas y se reunieron en las ruinas
del castillo de Hara, donde levantaron barricadas y lucharon, de manera
organizada.

Al expandirse la rebelión, los distintos rōnin (que eran los samuráis sin señor)
del territorio, se fueron uniendo al movimiento.

Volviendo a los jesuitas, San Francisco Javier había realizado una gran labor
evangelizadora en Japón, pero abandonó el país en 1552. Muchos de los
convertidos eran samuráis y miembros de la pequeña Nobleza. Hasta
entonces, la evangelización de Japón la habían financiado los reinos de
Portugal y España, pero partir de 1580 un pequeño grupo de jesuitas italianos
toma el relevo.
Como prueba de la acogida que tuvo el cristianismo, ya en 1582, cuatro
jóvenes sacerdotes japoneses fueron recibidos en Roma por el papa Gregorio
XI y viajaron posteriormente a España donde fueron recibidos por Felipe I. Y
precisamente a causa de esta expansión de la Fe, los emperadores japoneses,
o mejor dicho los shogunes, o primeros ministros que gobernaban en su
nombre, desencadenaron las primeras persecuciones.

El Héroe, y comandante, de la sublevación fue el adolescente amakusa Shiro,
de solo 17 años, quien demostró ser un gran Guerrero con una fe
inquebrantable en Dios. Se sintió llamado a defender a los cristianos
perseguidos en la región, y a su corta edad encabezó un levantamiento
dirigiendo a 30,000 hombres que se oponían al régimen despótico y
anticristiano. Este grupo de entusiastas creyentes atacó con valor los castillos
de los clanes Teresawa y Hondo, pero antes de que los castillos cayeran
llegaron ejércitos de los dominios vecinos de  Kyūshū , obligándolos a retirarse.
Las fuerzas rebeldes cruzaron el Mar Ariake y asediaron por un breve tiempo
el castillo Shimabara de Matsukura Katsuie, y de nuevo fueron repelidos por
fuerzas muy superiores a ellos que acudieron en ayuda. Llegada esta situación,
los rebeldes se reunieron en el castillo Hara que había sido conquistado
anteriormente. Construyeron empalizadas utilizando la madera de los botes en
los que habían cruzado el mar y se atrincheraron con las armas, municiones y
provisiones que saquearon de los almacenes del clan Matsukura. Ellos eran
conscientes de que se enfrentaban a un ejército mucho más poderoso. Un
factor importante fue que los cristianos pidieron ayuda a los españoles de
Filipinas, que también se hallaba amenazada por la poderosa escuadra
holandesa, y por desgracia los españoles no pudieron prestar ayuda a los
cristianos japoneses. En aquella época, España y la protestante Holanda eran
dos poderosos imperios que luchaban a muerte, tanto en Europa, como en todo
el mundo.

Los protestantes neerlandeses proveyeron armas de fuego y cañones al
ejército imperial, los cuales fueron montados en una batería de artillería en un
barco de guerra. Se dispararon cerca de 426 rondas de munición en un espacio
de quince días sin lograr algún avance importante, incluso dos espías
holandeses fueron asesinados por los rebeldes. Los japoneses ordenaron al
barco que se retirara, por lo que los rebeldes desde el castillo les mandaron un
mensaje:

¿Es que ya no hay soldados valientes en el reino para combatir contra
nosotros, y no se avergüenzan de haber llamado a extranjeros en su auxilio,
para luchar contra nuestro pequeño contingente?
El asedio fue absolutamente épico, los hombres de amakusa shiro resistieron
heroicamente durante meses causando grandes bajas al ejército del shogun,
cuyo número era enorme; más de 125,000 soldados traídos desde todo Japón.
El 3 de febrero de 1638, un pequeño grupo de cristianos mató a 2000
enemigos. Finalmente, en abril, los cristianos, cual gedeones, salieron de la
fortaleza e intentaron un asalto desesperado contra sus enemigos, pero fueron
derrotados a causa de su gran inferioridad numérica.
A mediados de abril terminó la batalla rindiéndose los últimos cristianos que
habían luchado hasta el fin. De hecho, murieron casi todos los cristianos en
aquella batalla. Después de que el castillo cayera, las fuerzas del shōgun
decapitaron alrededor de 37 000 rebeldes y simpatizantes. Amakusa shiro, tras
su captura, acabaría siendo decapitado. Su cabeza fue puesta como trofeo en
una lanza y expuesta públicamente en Nagasaki como advertencia ante
posibles levantamientos.
Su figura es muy conocida en Japón, aunque con frecuencia manipulada. Tiene
numerosas estatuas en donde se le representa con un pájaro en la mano,
símbolo de la libertad. Actualmente es un icono de las películas y animes
japoneses, pero con frecuencia aparece representando, no a un héroe, sino a
un antihéroe, incluso a un personaje malvado o al mismo demonio, como
prueba de la sectaria manipulación del personaje y el odio al catolicismo.
El shogunato sospechó que católicos occidentales se habían involucrado en la
conjura y esparcimiento de la rebelión por lo que los comerciantes portugueses
y españoles fueron expulsados del país en 1638.

Un Jesuita, antes de ser crucificado dijo:
“no he cometido ningún crimen, muero feliz por la causa de Jesucristo, para mí
es una gran bendición, el único modo de salvación es a través del camino
cristiano.”

Lo más triste fue que la persecución a los católicos estuvo alentada por
algunas potencias europeas como Inglaterra y Holanda, que temían que Japón
se convirtiera en un imperio católico en Oriente aliado de la España de Felipe I.
El cristianismo, sufrió una total persecución en Japón que duró hasta 1885, año
en el que se estableció la libertad de cultos en el país. En la actualidad, se
considera que hay 500.000 japoneses católicos.


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«Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia, y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo:¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella? También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses. Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo. Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo. Si alguno tiene oído, oiga. Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad; si alguno mata a espada, a espada debe ser muerto. Aquí está la paciencia y la fe de los santos.»

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